Verdaderos
mexicanos
Cada instante de mi
vida,
pienso qué es ser mexicano,
observo gente en la calle,
voy pulsando a mis
hermanos.
Y así lo siente mi
alma,
“hermanos” es la palabra,
los admiro y los
valoro
en su lucha cotidiana.
Miro el asombro en sus
rostros,
cada día por la
mañana,
lucha por
supervivencia
entre mentira y
patraña.
Tragafuegos en la
esquina,
madres cargando
menores,
mendigando por dinero,
vida plena en sinsabores.
Las piernas ya
quejumbrosas
de caminar
diariamente,
quizá hasta 12 horas,
respirando débilmente.
Para vender unos
dulces,
o chiclets unicamente,
subsistir con gran
esfuerzo
y ganar Ínfimamente.
Las mujeres en mi
pueblo
venden la verdura fresca
que cosechan día a
día,
a la mitad de la
yesca.
Hay flores y molcajetes
maíz, tortillas, memelas,
frutas, verduras,
licores,
carnes, olores y velas.
Los mercados están
llenos,
de regalos de los
dioses,
sin embargo nuestra
gente
está llenando los
panteones.
Ya sea por hambre, o
por frio,
por violencia o
desacuerdos,
nuestro México
sangrante,
va perdiéndose en
recuerdos.
Mientras tanto los de
arriba,
“escogidos” por el
pueblo,
viven vidas excesivas,
sin amor y sin
respeto.
Dicen ser nuestro
gobierno,
y en realidad son un
peso,
demagogos sin valores,
sin verdad y sin
aprecio.
Y cada vez que los
miro,
mi alma encoge de
rabia,
de impotencia y de
coraje,
por esa farsante
labia.
Vendedores, mercaderes,
del valor de nuestra
patria,
poniéndole precio a
todo,
Incluso al aire y al
agua.
Por tal razón yo no
creo,
que ellos sean los
mexicanos,
que den gloria a
nuestra patria
ni a latinoamericanos.
Son más bien una
vergüenza,
patanes de poca
alcurnia,
que solo quieren
dinero
para vivir su lujuria.
Y ese NO es nuestro
pueblo,
no señores, no
señoras,
esos son unos
farsantes,
que solo queman las
horas.
Queman las horas del
pueblo,
con cruces en campos
verdes,
con cadáveres ya
yertos,
y migrantes en
desiertos.
Hoy tengo dolor de
patria,
me duele todita el alma
mi consciencia se
desangra,
se quiebra toda la
calma.
Una verdadera pena
todo lo que aquí
hoy ocurre,
narcotráfico,
secuestros
corrupción y
podredumbre.
Quiero salir a los
campos
y a las playas
mexicanas,
sabiendo que no hay
fronteras
ni empresas
americanas.
Quiero respirar mi
aire,
tan puro, de algunos
años,
y recorrer mi montaña,
sin temores ni retrasos.
Anhelo salir sin
miedo,
y reír con
compatriotas
recordando las
historias
ancestrales en las
bocas.
Recordar que nuestro
origen
tiene una base sagrada
que no somos
criminales
ni culturas atrasadas.
Somos un espejo
humeante
indígenas llama de águila,
escudos de luz
andante,
expresiones en
cascada.
Quiero ver a
mi cultura
con voluntad aplicada,
cantando, riendo y
bailando
como en una mascarada.
Donde los rostros
ocultos,
estén solo coloreados,
y quitemos la pintura
de los rostros
asombrados.
Y así todos se den
cuenta,
que era tan solo un
mal sueño,
que nuestra patria es
un ave
con el corazón
abierto.
Que soporta las heridas,
pero también los
procesos
de renacer en el alba,
fuerte, sano, claro y
bello.
Septiembre, 2017
San Cristóbal de Las
Casas, Chiapas. México
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