Recordándote
Me desprendo de tu pálida sombra,
Camino sobre mis días
desleídos por ti.
Mi lengua moja tu nombre
en este galopar agónico de
recuerdos.
En estas ganas de salir
de salir a cazarte,
A deshora.
Cuanto amé el abanico
florecido de tus huellas.
El rumor salvaje de tus años.
Ni un grito,
ni un siglo,
solo el verano crecía
conmigo,
entre alas de mariposas
rotas,
entre polvo de mariposas
muertas.
Amanezco entre tus entrañas,
no sé por dónde comienza el
día.
Registro mi alma océano:
Me asaltan tus ojos de niña,
musgo,
agua;
tu estancia marina.
De tus ojos se levantan
noches de violentas estaciones,
donde palpitan caracolas como
un enjambre de frías y sonámbulas luciérnagas.
Ven a posarte sobre mi piel.
El invierno es una región
poética que apenas comienza.
Llévame a violar la oscuridad
y mientras nos amamos vamos a romper el cristal de nuestros cuerpos.
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