(CUENTO)
La me’tik y sus dos hijos.
En
tiempos muy antiguos, existía una familia, en donde no había más que el
silencio de las noches, la alegría de los grillos, el zumbido de los insectos y
el cantar de las aves anunciando la llegada de un nuevo día.
Se
trata de una familia donde vivió el primer ser humano del campo, llamado me’tik
y sus dos hijos bankilal y xut. Dentro de la familia se manifestaba
tranquilidad y paz; sin embargo, algo estaba por acontecer en esta familia.
En
un mañana como cualquiera me’tik se y levantó, levantó a sus hijos bankilal y
xut para que fueran a trabajar, al poco rato los dos hijos se dirigieron a la
milpa, mientras que la me´tik se quedó en la casa.
Cuando
los dos hermanos llegaron a la milpa, el bankilal dijo: xut: hay trabajas,
entre más grande hacemos la milpa, más elote sacaremos y así tendremos para
comer y alimentar a nuestra madre, los dos se pusieron a trabajar, aunque el
xut solo se ponía a jugar, a treparse en los árboles y, a corretear a los
grillos; mientras el hermano mayor le dijo: xut deja de jugar, ponte a
trabajar, quién crees que te va mantener, él hace caso omiso y siguió jugando.
Llega la hora de tomar los alimentos del medio día, el xut es el primero.
Por
la tarde, al regresar a la casa de su madre, el bankilal salió corriendo y se
escondió entre los montes para asustar al xut. El xut al no ver a su hermano
por ningún lado del camino, empezó a llorar y corrió lo más que pudo para
alcanzarlo, mientras su hermano se reía de él y, cuando llegaba por donde el estaba
escondido, saltaba frente a él y nuevamente corría, así lo hacía hasta que
llegaba a su casa.
La
me’tik al ver que su hijo mayor molestaba a su hijo pequeño dijo: no molestes a
tu hermanito, él está chiquito, el bankilal dijo: ¡no sirve para nada, solo
llega a jugar y a quitar la comida!, todo el día se la pasó entre los árboles,
¿cómo va aprender así?
Al
día siguiente por la mañana, la me’tik les preparó sus alimentos y nuevamente
se fueron a la milpa; cuando el bankilal llegó a la milpa dijo: ¡qué grande
limpiamos ayer!, si mamá viera esto. Nuevamente se puso a trabajar, el xut se
metió entre los árboles, con su luk y se puso a cortar los árboles pequeños, el
bankil le dijo: xut ponte a trabajar, si no obedeces hoy no te daré la comida
que mando la jme´tik, el xut solo se rió y en un abrir y cerrar de ojos se
desapareció. Cuando el bankilal vio que el xut ya no estaba él se preocupó
porque no veía por ningún lado el xut, muy asustados empezó a gritarle: xut,
¿dónde estás?, ya no te escondas; después se dijo asimismo: ¿ahora qué le voy a
decir a mí me’? de la desaparición del xut.
Al
caer la tarde, el bankilal dijo: ¿qué le diré a mí me’? ¡le voy a decir que no
vino conmigo a la milpa! Camino a casa él iba planeado como darle a su me’ la
noticia; al llegar a su casa él se veía muy asustado y preocupado por la
desaparición del xut. Desde lejos vio a su me’ que estaba sentada frente a su
cocina desgranando maíz, cuando él se acercó, ella le dijo: ¡ya vinieron!,
¿cómo les fue?, el bankilal contestó: si, ¡nos fue muy bien!, mañana quedará
listo, pasado
mañana
ya podremos sembrar el maíz, la me’tik dijo: ¡que bueno!, cuando vio que su xut
no llegaba le preguntó al bankilal: ¿dónde se quedó el xut?, en eso su hijo se
le acerca y rompe en llanto diciéndole: jme’, ¡el xut se desapareció!, no vi
por donde se fue, nunca llego a la milpa, lo estuve esperando todo el día y no
llego. La me’tik rompe en llanto y le dijo: ¿qué le hiciste a tu hermanito?,
¿no será que lo mataste o lo aventaste al barranco?, ahora que voy a hacer sin
mi xut. El bankilal le contestó: ¡no lo necesitamos, él no trabaja, es solo un
haragán!, ¿para qué lo quieres? De repente el xut sale entre los montes, el
bankilal al verlo le dijo: ¿dónde estabas haragán? y lo golpeó, el xut se puso
a llorar. La me’tik dijo al bankilal: ¡no molestes a tu hermanito! Se miraron
unos a los otros sin decirse nada, al poco rato la me’tik dijo: xut ¿dónde
fuiste?, ¿por qué te alejaste de tu hermano? entre llantos dijo: es que cada
vez que vamos a la milpa se esconde, siempre lo hace, la otra vez me sentó en
un hormiguero, hay veces no me da la comida; la me’tik respondió: ¡cuídense son
hermanos!, tú como hermano mayor debes de cuidarlo, en eso el xut irrumpió
¡me’, vi un panal muy grande en la punta de un árbol!
A
la mañana siguiente, el xut junto con su hermano se dirigieron a la milpa, a la
mitad del camino, el bankilal dijo: xut llévame donde ayer vistes el panal y,
él lo llevó, cuando llegaron al lugar, el bankilal al ver el panal de inmediato
se trepó al árbol, ya estando arriba comenzó a chupar la miel y dijo ¡que rica
esta la miel!, xut ¿quieres? si, ¡súbete! el xut dijo: bankil dame un poquito
de miel, el bankilal contestó: ¡ya te dije que te subas!, no puedo dijo el xut.
El xut nuevamente le dijo a su bankil: dame un poco de miel; en esta ocasión le
aventó la cera mascada y el xut siguió pidiéndole miel, pero nunca le dieron,
solo le arrojaba la cera mascada. Entonces el xut dijo: como no me da miel, con
estas ceras haré animalitos y les llamaré tuzas, empezó a elaborarlos y le puso
dientes de carrizo, después los metió por debajo del árbol diciéndoles: “tengan
vida y aliméntense de estas raíces para siempre, al poco rato empezó a sonar el
árbol, en eso el bankilal dijo: ¿qué estás haciendo?, el árbol está sonando, no
será que le estás haciendo algo, el xut le contesto: nada, yo creo que el
viento lo está moviendo. Después de un buen rato cuando las tuzas terminaron de
comer la raíz del árbol comenzó a caer y el bankilal terminó aplastado entre
las ramas.
El
xut volvió a su casa y, cuando la me’tik lo vio llegar primero, se le hizo raro
y le pregunto: ¿Dónde está tu hermano? y el respondió: ¡no sé, no vi por donde
se fue!; la me’tik pregunta de nuevo: ¿no será que les hiciste algo?, ¿Qué le
paso a tu hermano?, ¿Quién hará la milpa?, ¡tú aún no sabes trabajar!
Transcurrió las horas y su hijo mayor no llegaba empezó a llorar; en eso el xut
sin decir nada regreso al lugar donde habían muerto su hermano; ya estando ahí
empezó a decir: “todo poderoso tu que puedes hacer y deshacer de la materia en
que están formadas los hombres, los animales, las plantas, las rocas, te pido
en nombre de mi madre tengan vida los pedazos del cuerpo de mis hermanos que
están frente a mí y, en eso los pedazos de carne del hermano empezó a convertirse
en animales y les dijo: ustedes se alimentarán de maíz hasta el final de los
siglos. Se cuenta que es así como surge los primeros animales en el mundo. La
me’tik lloraba por la pérdida de su hijo y el xut trabajo no solo para
alimentar a su mamá sino para alimentar a los animales. Los abuelos actualmente
cuentan que los animales que atacan la milpa de los campesinos, es un castigo
por la falta cometido por el xut hacia su hermano.
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